En Bizancio las emperatrices teñían de la púrpura prohibida sus túnicas de iniciación en los ritos de la Luna. Y así ellas, atrapadas en el laberinto de los minotauros, avanzaban hacia el Baalbek de su corazón. Pero entonces, dime, princesa, dónde despertaremos tras el sueño de los párpados?
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