Las plantas crearon las estaciones para justificar sus cambios; los humanos inventamos el tiempo para no dar la razón a los dioses, que se atormentan en un espacio sin límites. Y así, observamos los recuerdos en un álbum de fotos, donde el laberinto circular nos anuncia el espejo iluminado, las lámparas de Estambul y los tigres del corazón.
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