Días en que repasamos las ruinas que mira el ojo del ángel. Cada huella se inunda del agua de la playa, y la luz que se va arrastra con ella los recuerdos, pero no el dolor ni la ceniza en los ojos del mensajero. Así se abrazó Hölderlin a ella en ese jardín al que llamamos vida.
C2
No hay comentarios:
Publicar un comentario