Sólo hay
un regalo más admirable que otorgar el tiempo presente
y es
dejar que el tiempo de los días de mañana se siembre
para que
las lluvias suaves hagan crecer los dientes de león del futuro.
Pidamos,
entonces, a los dioses que el valor nos tome de la mano
para ser
por una vez la escalera que conduce al cielo,
y que el
reflejo de nosotros mismos sea digno de los sueños que tuvimos.
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