El Sultán mandó llamar a los eunucos negros. Estos vinieron a la la llamada de su Señor portando en un cojín de seda roja el lazo trenzado de los castigos. Allí, de rodillas, permanecía el general que perdió la batalla. A una orden de su Señor, los eunucos ngros procedieron a estrangular al general, y a arrojar, por un túnel de piedra, el cadaver del vencido al Bósforo. Así era el ritual en la Corte de Constantinopla, en los tiempos de los Señores.
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