Alice habla de su máscara, del desierto donde las sombras
nos hablan de aquella Madeira donde nunca fuimos
a escondernos de nosotros mismos.
Porque en ti está el recuerdo infinito
de cuando leíste para mi el poema de Alfama.
Y el silencio de nieve de las tardes
tras azotar tu piel.
O el calor de mi mano entrando en tu cuerpo en la Plaza Mayor.
Detenida la imagen en la cueva roja de la cración de los rubíes.
Todas fuiste tú, Alice, en mi solo espejo.
C2
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