cuando veo avanzar la oscuridad por su superficie de luz,
y me doy cuenta de que es imposible que una tierra oscura y
muerta
brille en la oscuridad como un agujero en el manto de un
rey.
Pero, allí está, con la luz fría de los espejos,
sin más explicación que su propia existencia.
Del mismo modo que esas heridas abiertas del corazón,
que nos hacen pensar en los otros, en quienes arden muy
lejos
y sin embargo nos hacen resplandecer con una luz que no es
nuestra,
porque nosotros somos la tierra muerta
esperando el eclipse.
C2
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