La ropa permanece en desorden. Una alteración medida, con el cálculo necesario para una excitación circunstancial. Pero, de repente, estamos tan próximos al río, que ahora las pasiones que, quietas, esperaban ahí, abajo, entre la oscura maleza que hay en el fondo, se levantan y su oleaje nos golpea, dijo ella.
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