A veces es conveniente no acompañar a las piedras que ruedan por la pendiente. En todo caso, pararse en el camino y saludarlas en su fuga hacia la nada. Y contemplar, seriamente, los cambios de agujas donde los gestos de despedida tengan mejor ángulo de visión, como las ositas cuando comen el azúcar, que dijo C.
C2
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