domingo, 10 de junio de 2012

El verano a veces se adelanta en la piel de las visitantes de las calles, allí donde nos dicen adiós las terrazas.


Alguien espera y nosotros sólo estamos observando, ni siquiera nos preguntamos por su nombre ni por su historia. Nada nos preguntamos en esa tarde. Nada hay que preguntarse. Porque la tarde y su viento de verano se acaban de llevar todas las preguntas demasiado lejos de nosotros. Así. No hay ninguna pregunta ni ninguna respuesta en el viento final.

C2

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