A veces en medio de la intimidad y del dolor nace la libertad. Y así recuerdo las imágenes reflejadas en mi espejo, los cuerpos cuyos nombres se confunden, quizá porque Ulises termina llamando Nadie a todas las sombras que los dioses sumergen en sus torturas, allí donde Nada ni Nadie permanece en el recuerdo, en la arena, en el olvido.
C2
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