Los cuerpos yacen en los campos de batalla, escenarios trabajados para la mirada del fotógrafo o del pintor, pero, atención, no olvidemos a quien reza ante la piel, a los que devoran las sábanas sucias ni a quienes, cuando va a llegar la noche, se encomiendan al olvido o entierran el arma en su corazón, justo antes de que lo vomiten las princesas de lenguas cortadas.
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