Diré que fue el viento o quizá aquella canción de Alfama que ensayaste para mí. Diré que fue la estación de tren donde sólo existía la nada, y donde domesticaste el tiempo. Diré que fueron las tardes donde ardíamos en la imagen del espejo. Diré que, en el laberinto de papel de mi casa, hay un perfecto hilo rojo para retornar la memoria a las princesas suicidas.
C2
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