"El día de verano que descubría ella...", dijo monsieur P, pero hay días en que no comprendemos nuestras razones, incluso recordamos con nostalgia cuándo fueron los momentos del engaño, del canto de las sirenas. Porque en el horizonte sólo nos aguarda Itaca. Y así, te pedimos la espada o la cera, porque ambas cosas llevan tus brazos en todos los mares donde sueñan los marineros de Brel.
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