viernes, 22 de julio de 2011

En los puertos de Levante vemos la invitación al viaje, la mano de la Dama del Lago, ¿pero dónde Ginebra?

Dársenas que hemos imaginado en países lejanos, o donde nuestros antepasados construían barcos. Como reflejadas en un cuadro, incendios blancos bajo el sol, fanales de luz en la noche, las barcas son el sueño de la infancia, cuando las nubes son continentes y jamás ha llegado el juicio de Ginebra. Pero, ahora cogemos el hacha de Kafka y hundimos las tablas. Al fin, el agua salada y salvadora que expulsa los demonios y nos mata.

C2

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