Aquella señal que, cuenta Verne, nos acercaba al mar interior de nuestro camino, siguiendo el túnel del volcán. Siempre perseguimos ese laberinto donde duermen nuestros monstruos. Y, allí, convertimos la resina en ámbar. Pero tú, vigila, vigila, en la puerta de Alejandría la llegada de la procesión, antes de que César dé las últimas ordenes y arda para siempre nuestra Biblioteca común.
C2
1 comentario:
Boa noite,
adoro as cordas e as marcas que ela nos deixam....
Beijos carinhosos,
ÍsisdoJUN
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