Tú ya sabes que, sentados en la mesa del atardecer, hablaremos de los paisajes que no veremos y de las tristes muertes de los reyes. Luego, llegaron los sucios abrazos en los asientos de los coches y el pañuelo, otro pájaro, a cubrir el expediente del deseo. Y así pasaron los años, hasta que la Esfinge nos dijo su nombre y todo el tiempo que nos quedaba hasta el olvido
C2
2 comentarios:
Infinitas tardes en trenes de palabras, remembranzas del futuro en la mano luz.
Cariños.
Gracias por esos recuerdos...
C2
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