sábado, 16 de julio de 2011

Para uso exclusivo de personas autorizadas y advertidas, o aquí las llaves de los montacargas llevan cadena (P.Z)

El emperador ya no observa desde las alturas de Capri el mercado de esclavas, que ordenó establecer en su puerto. El sol ya no deslumbra sus mañanas, agotado de la posesión insatisfecha de los cuerpos nocturnos. Su presencia y la de sus guardias ya no habita entre las ruinas de sus palacios, sólo manda el silencio y no los gemidos. ¿Pero, dime, dime tú, quién entonces ha enviado al mensajero que nos trae la orden de tu ejecución dolorosa?

C2

2 comentarios:

Rocío dijo...

Por alguna razón me inquieta en la foto, el zapato y la advertencia...
;)

byron lord bonaventura dijo...

maravilloso y sugerente comienzo para una historia con gran variedad de finales, pero todos ellos seguramente muy satisfactorios