domingo, 3 de junio de 2012

En los laberintos de la noche hay pasillos blancos donde los dedos rompen la ropa y los ángeles humedecen las alas.

Las pieles tienen su propio mapa y sus juegos concisos. Allí, el deseo anida en los roquedales ocultos de la noche y los espejos retornan, una y otra vez, a ser mirados por las damas, buscando el último ajedrez donde ella se tapa la boca con la mano, en un gesto diminuto.

C2

1 comentario:

magnolia dijo...

A veces los gestes diminutos son los más significativos.
Besitos!