martes, 31 de diciembre de 2013

2013-2014. Imágenes de un álbum.





El tiempo presente y el tiempo pasado/ están tal vez ambos presentes en el tiempo futuro,/  y el tiempo futuro contenido en el tiempo pasado./…(..)…Resuenan pisadas en la memoria/ por el sendero que no recorrimos/ hacia la puerta que no abrimos nunca/  en el jardín de rosas”.  T.S.Eliot

Fue un año de incendios, pérdidas, encuentros. Nada digamos. Nada puede ser dicho. Toda palabra es jardín de finzi-contini. Asistimos a la destrucción, a la creación, al dolor y al placer. Y el álbum de imágenes gira como los caballitos de feria. Cuántas veces nos será dado permanecer así, entre las rosas, dijo un poeta chino. Saludemos, así, a la ciudad y al tiempo, que cruzan el espejo.

 

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lunes, 30 de diciembre de 2013

"La casa del corazón dejé en ruinas con mis manos/ y supe que en las ruinas el tesoro está" (Rumi)

Quizá a nuestra mirada se oculte el mihrab, o quizá alguien lo prohibió, o permanezca bajo el silencio hecho de ruido y de furia de nuestra habitación acolchada. Pero prevalecerá el valor y la voluntad en Balaclava, porque sólo la fe y la audacia atraviesan las alambradas del mundo. Y allí, la habitación del tesoro de tu piel bajo las velas y su luz.

C2

viernes, 27 de diciembre de 2013

Sentimos la vida en el viaje, y entonces "es la muerte contra la que cabalgamos, lanza en ristre y la melena al viento" (V. Woolf).

En realidad, si hiciera un álbum de encrucijadas de mi vida tendría que hablar de viajes acompañado de personas a las que amé, quizá porque el amor tiene mucho del camino de Orfeo y Eurídice, de Perséfone y las semillas de granada, o del eterno viaje de Ulises. Viajes en un laberinto hasta alcanzar algún día el reino subterráneo de Alice y nuestra Isla del Tesoro.

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jueves, 12 de diciembre de 2013

Una mano que se extiende y que une dos puntos en aquel mapa de piedra del Parque del Oeste

Así la distancia es un rito de iniciación, que crea sus claves y sus lenguajes, y que cifra las palabras para que éstas puedan volar en manos de los mensajeros, sin que sean bebidas por los fantasmas que acechan los bosques y las praderas por donde cabalgan, audaces y ciegos, los enviados de los zares.


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