jueves, 28 de agosto de 2014

"Que numerosas sean las mañanas de verano en que con placer, felizmente, arribes a bahías nunca vistas" (Kavafis)

Tener el corazón explorador y aventurero. El valor de la mirada del lobo más allá de los prados verdes y las ciudades brillantes, y que siente en el cuerpo el viento próximo de la tempestad, pero, antes, con los dientes desgarra el presente y lo derrumba ante él.

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domingo, 24 de agosto de 2014

"Cuando en la habitación desnuda de persianas bajadas..." (Rimbaud), así, ella, nos vuelve a hacer viajar hacia el mar de lo femenino, marineros siempre.

Y elegimos esas tardes en las que levantamos el mapa de la isla de Morgan sobre su cuerpo. Donde hay ríos como fluidos, montañas de Atlas de carne, llanuras donde los jinetes beben el hidromiel del presente y siempre náufragos de una mirada donde navega Ulises para la eternidad.

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viernes, 15 de agosto de 2014

En el camino de Santiago de repente otras casas, otros paisajes y esa textura humana que redescubrimos con placer y dolor. ¿Por qué creíamos que habíamos llegado al final del camino?

Construimos, como Piranesi, tantos edificios y escaleras mentales que olvidamos la realidad, infinita y laberíntica, que nos estaba esperando al otro lado de la catedral de las emociones. La piel es el puente que atraviesa el abismo.

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miércoles, 13 de agosto de 2014

Las estrellas a veces descienden del cielo para anidar en los cuerpos, porque así lo dicen las tardes de agosto.

Las colinas y los valles de la piel quizá forman parte de los mapas prohibidos de un país que sólo nos es dado vislumbrar desde la justa distancia del dolor y del placer. Mapas tan escondidos y profundos como el tesoro que yace al final del arcoíris.

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miércoles, 6 de agosto de 2014

Postales que se adelantan a lo que sucederá, como la rúbrica que lo encierra todo en un símbolo único y total (las heridas más grandes sólo necesitan más tiempo).


¿Qué buscamos? A aquellas personas que, pasados los años, nos hagan darnos cuenta de que con ellas tuvimos un momento en que nuestra vida, como un cerrado y perfecto firmán turco, debió de terminar ahí. Son muchas las muertes que hubiéramos debido tener, pero a las que hemos sobrevivido en el desierto de los tártaros.

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lunes, 4 de agosto de 2014

Los dedos se abren y dejan caer la arena dorada. No dejarse conducir por el miedo o el deseo. Saludar con valor y alegría al tiempo que avanza y a la mañana que nos espera.

Sobre todo gracias a las personas y a los tiempos vividos con ellas. Tomemos la espuma de la ola en nuestras manos y así, en la memoria, castillos de arena que hace muchos años construíamos en las playas de nuestra eterna infancia, sólo recordarlos como el brillo de las calles en el corazón de la ciudad.

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