sábado, 29 de enero de 2011

Esta tarde Godard tiene razón

Una vez escribimos sobre Karina en las fábricas de metal. Pero el tiempo pasa y ella ya no es una revolucionaria maoísta, sino una artista del porno. Quizá las trincheras y el triunfo de la Confederación están ahora ahí: Freud ya no es el artista del hambre, sino de la felación. Oh, sí, hay un invierno en Madrid donde las encinas no son el escenario del último tango de Bertolucci. Tú, la otra, me elogias el fisting, y la noche nos espera para devorarnos en el seppuku de los dioses y de las princesas que alguna vez amamos.

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viernes, 28 de enero de 2011

A la sombra de las muchachas en flor, o la página 596 del segundo tomo de Proust

Manos que son clave en este segundo periodo del blog. Manos que van a devorar el mundo. Y que las imágenes nos traen desde el pasado, como un día de verano que ella iba abriendo y que descubría tan inmemorial como el cuadro magnífico de un museo, y al que despojamos de la luz antes de contemplarlo, así, perfecto en su inexistencia final. Porque ellas nos vienen a veces de este modo, con manos como alas, siempre ángeles desde las ruinas salinas de Gomorra.

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jueves, 27 de enero de 2011

Hemos elegido el lugar pero no el papel de copia

Sitios donde las personas se confunden. Se acumulan. Estratos de la ciudad de Troya. Schliemann siempre ve a  Casandra una y otra vez, en la sombra de cada banco de jardín. Recorremos los mismos laberintos con diferentes personas: el olvido y el dolor se parecen, se unen. En nuestras manos todas las arenas acaban pareciendo la misma playa, siempre recomenzada. Porque nosotros reiniciamos continuamente las viejas murallas y las amargas profecías. Al fin, el truco del caballo era una solución.

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viernes, 21 de enero de 2011

El pasado tiene la misma piel de los dioses que resucitaron de sus cenizas

A veces hay un precio no escaso por la resurreción. Friedich von Hausen, hacia 1150, lo exponía así: "Mi corazón y mi cuerpo tienen que separarse". Cenizas que arden, incandescencia que no podremos sujetar con nuestras manos atadas a los tobillos. Porque en el camino de la iniciación hemos dejado nuestro corazón abandonado en las estepas, alimento de gatopardos. Pero una y otra vez insistimos en nuestro ensayado suicidio ante los espejos, y, de repente, la sonrisa de Cheshire nos muestra el camino. Allí donde los dioses resucitan envueltos en sus sudarios de púrpura. En la última piel del Kilimanjaro.

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sábado, 15 de enero de 2011

"Eres el dueño de un ámbito cerrado como un sueño" (Borges)

Hacemos un gesto y éste abre mil posibilidades, quizá mil vidas que no conoceremos, pero que viviremos. Así, acaricimos su piel, la tomamos, y abrimos la puerta de un sueño. Cada NO es una de esas vidas que muere, que desaparece para siempre como las lágrimas del replicante de Blade Runner, más allá de la Puerta de Tannhäuser. Todos nuestros recuerdos son mentiras y el árbol del presente da los frutos de esas raíces del falso pasado. A veces, uno sólo quisiera poder compartir durante un tiempo una amable mentira, la que nos abra mil vidas, la que no muera entre nuestras manos vacías de la arena y el agua salada de la infancia.

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miércoles, 12 de enero de 2011

No era Homero quien estaba ciego, era Platón

El príncipe refleja su sombra en los edificios donde nunca vivirá. Atraviesa los tabiques, cruza el cielo como el pájaro enviado por los dioses para exigir nuestra cabeza. Somos las sombras que viven entre sombras: sólo nos queda la guarida de nuestro pequeño castillo. Quizá allí esperamos a quien nos cortará la cuerda del arco. Sumidos en la confusión y la melancolía, somos tu sombra, oh, príncipe! Dile a la chica del país del norte que el sol de la infancia murió en las playas que tú no conocerás jamás.

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sábado, 8 de enero de 2011

En el laberinto de los libros se esconde el gato de Alice o cómo las manos guían el barco de Conrad en el Congo

Abrimos las páginas de un libro y sentimos el olor, la presión y la historia de una piel. ¿Tendremos que leer igual el cuerpo ofrecido o negado? Sopesar el argumento, el núcleo dialéctico de la historia, pero aquí quizá no somos el lector. No hay biblioteca del corazón. Arden los libros finalmente en un auto de fé, donde somos siempre los herejes condenados. Quizá nos equivocamos de título, o en nuestra edición nos faltó precisamente la página que hablaba del Unicornio.

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jueves, 6 de enero de 2011

El día en que la imagen cerró el objetivo de la cámara o cuando las damas siempre tienen razón

Hay ojos que se quedan así, con su mirada demasiado amplia y con un mentiroso aire de verosimilitud. Otros, en cambio, buscan en la fronteriza mirada, aquella que es consciente de su transformación de lo visto. De que su imagen depende de la luz, del objetivo, de un parpadeo erróneo del flash. Elegimos la segunda. Donde la realidad tiene límites. Donde el Infierno puede ser un apunte diario. La Otra, que sabe de espejos y de lágrimas sucias sobre chaquetones de cuero.

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sábado, 1 de enero de 2011

"En plena noche, con las verjas cerradas, ¿qué peso tiene el agua del cielo sobre el bajo imperio de la espesura?" (Perse)


Alguien que nos inmoviliza. ¿Quién nos ata, nos encadena, nos esposa? Prometeo/Lucifer en los castillos ingleses, mientras Agatha Christie investigaba en la habitación 411 del Pera Palas de Estambul. A veces no es el acero el que nos detiene. ¿Será la piel más fuerte, el corazón más atrevido, o el tiempo el mejor destructor, y acaso el único? Y escribirá Virginia Woolf en “Las olas”: “Antes de que la cadena se quiebre, antes de que el desorden renazca, permanezcamos fijos, permanezcamos abiertos, permanezcamos presos en un vicio”.

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