sábado, 26 de marzo de 2011

Gestos que implican la salvación, y Kafka habló de la esperanza sobre un puente agitado por el viento

Es el gesto que hacemos una tarde de invierno, como tomando conciencia de nuestra íntima incertidumbre, ese gesto de trazar una línea recta con nuestro dedo en la escarcha de la ventana, la línea es paralela, por el lado del cristal, a la grieta que señala la separación entre el último y el penúltimo travesaño de la persiana exterior, y por un momento pensamos que en el caso, por otra parte verdaderamente improbable, de que no pudiéramos fiarnos demasiado de nuestros sentidos y, en realidad, la persiana  se estuviera deslizando, así, con la pequeña raya podríamos comprobarlo, y es curioso cómo  confiamos más en un trazo sobre la humedad que en nuestras manos, nuestros ojos o nuestra capacidad de raciocinio, quizás porque en casos extremos sólo las más insignificantes y ridículas de las soluciones se conviertan en el único medio real de salvación, y es que si somos capaces de enfrentar el peligro desde métodos irrisorios, ¿qué poder otorgamos a tal peligro?, ninguno.

C2

miércoles, 23 de marzo de 2011

Proust no vería jamás los lagos italianos y los recuerdos arden en el último día de la casa de campo


Los días son extensos como un duro preparativo, como un ejercicio que nos formara para la más exacta realización del mundo y las aventuras nocturnas, allí, en el Faro del Fin del Mundo, donde Ofelia muere en los brazos del general Custer, y apenas queda de los indios el recuerdo de sus gritos acallados y el deslizarse de las crines de sus caballos contra el rostro.

Pero las noches nunca llegarán a nosotros, no fueron sino la dulce ilusión de los días, el sueño de las horas diarias. Y ahora somos como niños, alegres por la mañana con los ruidos callejeros, asustados terriblemente por la noche con el silencio de nuestra propia oscuridad.

Tu sueñas con los viajes que no has hecho.

C2

domingo, 20 de marzo de 2011

Imposibilidad final de Siracusa o un adiós a las princesas escrito en 1980


Porque tú en el silencio, Arquímedes, dejas que me olvide ti. ¿Para qué entonces aquella como extinguible caza, donde rozabas apenas el encanto del color, el detalle del gesto y cierta aniquiladora promesa de futuro? “Hacemos ese movimiento que nos convence”, En cuanto a ti, el piensa, incluso, que te conoce y de ello extrae una conclusión de cariño, como si el atrevimiento que significa tal capacidad de engañarse añadiera algún oscuro y al mismo tiempo decisivo valor a sus nimios gestos, a sus palabras siempre mantenidas en un estado físico bastante parecido al de determinados gases que permanecen en los límites de la atmósfera, a medias entre el aire irrespirable y el vacío exterior, todo aquello, en fin, que te sujeta a él, pero a la vez determina, precisamente por la raíz en la que sustenta la unión, un terreno inalcanzable, donde vosotros hacéis justo lo que os separará para siempre.

Y ahora, despídete de ella. De ella que quizá así tu pierdes, pero haz ese gesto, esa señal que los dos sabéis, para que te reconozca a ti como ese tú que nunca encontrará, y que en la búsqueda y consecución de esa señal –precisamente esa, la que os une—se ha distanciado para siempre de ella. Como si fueras por un momento él, quien --aun antes de que ella lo sepa—la está tomando para sí, y la tendrá en las tardes acabadas de los jardines, cuando se abandona y se deja amar y quiere y sueña ser indefiniblemente amada. Tú o él, porque también tú serás él, y sabes que tendrás ese instante, y que él te sucederá en la invencible torcedura del destino más aciago. Ella os confunde, como si no la conocieras en ese movimiento que es tan tuyo, en esa mano que porqué no puede ser la tuya, y sabes que en esa caricia te acaricias, que también tú eres ella, formando el camino que te rodeará, intervalo de ti mismo que ahora amas, para venir al futuro donde la hablarás como él. Porque así ellos te tendrán en esa búsqueda amada de ti que sólo yo amo.

C2

lunes, 7 de marzo de 2011

Micòl Finzi-Contini cita en su última página el verso de Mallarmé

En este segundo periodo del blog hemos elegido que las manos sean guías y límites. No hay fetiches, sólo instrumentos para marcar la arena, para tocar las piedras o los árboles, para señalar las fronteras entre el pasado y el presente, entre el deseo y el olvido. Manos que dicen adiós y hola, que son banderas de un buque de guerra, que permanecen abiertas o atrapadas. Manos que son como cuerpos, cuevas de las Mil y Una Noches cuyo sésamo se encuentra en tus labios: "le vierge, le vivace y le bel aujourd´hui", dijiste.

C2

martes, 1 de marzo de 2011

"Enfer ou ciel, qu´importe?", dijo el Poeta, quizá así nosotros cuando los días nos marcan la piel

Paisajes conocidos de las ciudades de Levante, pero, atención, también extraños: basta un pequeño detalle (quizá un cojín azul en una habitación rosa) para que la realidad se nos muestre como es: una gran herida en nuestro cuerpo, donde nuestra princesa favorita, transformada en chamán de ropaje oriental y violeta, irá arrojando gusanos que devorarán la pus oscura. Dejemos que sigan su trabajo, hasta que nos saboreen el corazón.

C2