miércoles, 23 de marzo de 2011

Proust no vería jamás los lagos italianos y los recuerdos arden en el último día de la casa de campo


Los días son extensos como un duro preparativo, como un ejercicio que nos formara para la más exacta realización del mundo y las aventuras nocturnas, allí, en el Faro del Fin del Mundo, donde Ofelia muere en los brazos del general Custer, y apenas queda de los indios el recuerdo de sus gritos acallados y el deslizarse de las crines de sus caballos contra el rostro.

Pero las noches nunca llegarán a nosotros, no fueron sino la dulce ilusión de los días, el sueño de las horas diarias. Y ahora somos como niños, alegres por la mañana con los ruidos callejeros, asustados terriblemente por la noche con el silencio de nuestra propia oscuridad.

Tu sueñas con los viajes que no has hecho.

C2

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