sábado, 30 de abril de 2011

No os engañen las rosas, que en el jardín los senderos nunca podrán ser tomados por una mano

Huimos ya de lo obvio, de lo comprensible, de lo que los ojos pueden ver. La palabra que no decimos, la imagen que no mostramos: ahí está nuestro reino, porque en lo no dicho y en lo no visto elegimos nuestros compañeros de viaje, nuestros cómplices, nuestras manos en el jardín eterno, el que sólo yace en la memoria escondida tras los espejos. Nombramos el silencio y la oscuridad.

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viernes, 29 de abril de 2011

El enigma de los otros espejos en la mañana de las eternas infancias imposibles

En el balcón de Peter Pan sabemos que nos esperan, que un mensaje en una botella está en las pupilas que son más naturaleza que las nuestras, aunque su nombre sólo esté en nuestros labios. Quizá sólo las lágrimas que ellos nos ocasionan son verdaderas, sin peticiones ni ofertas. Fuimos ellos y ahora, seguramente, no seremos nada, envueltos en la púrpura de las hábiles mentiras y en los corazones traicionados.



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lunes, 25 de abril de 2011

Cuando los jardines reales desaparecen, surgen los verdaderos, los que soñamos en la luz de la tarde

Así recuperamos la piel imaginada, frente al eterno tríptico donde ellas se entregan a la cámara, quizá el único objeto/objetivo/adjetivo que puede afrontar esas batallas nocturnas en el infierno de los deseos. Dime lo que en la casa del bosque viste, cuando Micòl nos hablaba de las princesas y el olvido, y nada fue lo que fue.

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domingo, 24 de abril de 2011

El lado del azogue de tres espejos o son los nombres los que Alicia pierde en la mirada del sueño



Viaje en superficie o viaje en un túnel? En todo caso, una posición ordenada donde ella se inclina, cruza los pasillos del deseo como aquel viajero que acompañó a Conrad, o tal vez pudo visitar la habitación de los dulces en el harén de Istambul. Porque, en el olvido, las princesas leen el último libro y la carne es triste, como afirmó el Poeta.

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sábado, 16 de abril de 2011

¿Son imágenes reflejadas o quizá la noche multiplica el deseo en ecuaciones paralelas?


¿Pertenecemos al grupo de aquellas personas que perseveran en la repetición del deseo, o por el contrario estamos entre quienes ven en el cúmulo de pieles y actos, que ascienden hasta el Angel Novus de Benjamin, el signo de su fútil pesadilla, de su inexistencia sin sentido final? Que las princesas y el olvido fueran una dedicatoria no establece precisamente fronteras entre el deseo y su reflejo.

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martes, 12 de abril de 2011

La luna tiene calor/ sobre el pantano/ se mueven las olas

Porque tú, en el silencio, Arquímedes, dejas que me olvide de ti. ¿Para qué entonces aquella como extinguible caza, donde rozabas apenas el encanto del color, el detalle del gesto y cierta aniquiladora promesa de futuro. Dijiste: "Hacemos ese movimiento que nos convence". Y lo titulaste: Imposibilidad final de Siracusa.

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viernes, 8 de abril de 2011

Atamos las flores, pero lo que deseamos es como un reloj de la Selva Negra


Hay días en que las cosas cambian. Hemos hecho esfuerzos, muchos, y al fin vemos la recompensa. Deseábamos lo que está sucediendo. Con lentitud y sabiduría hemos atado hasta lo imposible. Recomponemos lo roto y lo destruido. Rescatamos de sus ruinas a la puerta de Ishtar. Pero, por un momento, observamos la palma de la mano, doblamos un poco los dedos, y no vemos la menor diferencia entre ese gesto y toda nuestra vida.

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domingo, 3 de abril de 2011

Ceremonias íntimas de los primeros días de abril o cómo Eliot acaba por tener razón

Aunque dentro de un instante nos detengamos, y una enorme tristeza nos invada, porque allí, desde la ventana, estaremos viendo el mundo exterior que no se ha detenido en su marcha hacia nosotros, y que pronto irá llenando aquellos suelos y paredes de pequeños objetos, queridos objetos encantadores, pero cuyo futuro, y los sabemos, es acabar demasiado cerca y tan conocidos que hasta nuestro amor de hoy queda sin fuerzas de acción por la segura inercia cansada del mañana, o bien, en un último gesto de redención y misericordia, ese mundo exterior pasará como un huracán que, destruyendo todo a su paso, deja tras de sí sólo ruinas, pero que tendrán la huella de lo intacto, de lo conservado para siempre en su ya imposible y a la vez irremediable, por perdida, salvación.

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sábado, 2 de abril de 2011

La gloria de Bizancio o las banderas de Faulkner y de Lee triunfan

Días de Appomattox que permanecen, oscuros, llenos de raíces amargas, como alguien que muerde un lirio en los meses crueles que abren el año. Todo lo imaginado se cumple, pero al revés, como en un espejo que sólo nos ama cuando miente nuestra imagen. Pero así, en silencio, sin las armas del último emperador de Bizancio, ni los gestos de un caballero del sur, recogemos las últimas frutas del invierno, y avanzamos hacia un futuro donde los recuerdos no tienen el filo de la espada: sólo la memoria de un rito querido para siempre.

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