En el balcón de Peter Pan sabemos que nos esperan, que un mensaje en una botella está en las pupilas que son más naturaleza que las nuestras, aunque su nombre sólo esté en nuestros labios. Quizá sólo las lágrimas que ellos nos ocasionan son verdaderas, sin peticiones ni ofertas. Fuimos ellos y ahora, seguramente, no seremos nada, envueltos en la púrpura de las hábiles mentiras y en los corazones traicionados.
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