sábado, 30 de noviembre de 2013

La mirada elige lo reflejado, porque no hay palacio más hermoso que el que vemos en el interior del río ni sirena mejor que la del fondo del mar.

Así, asomados en días de tormenta sobre la ribera del falso río, caudaloso entre presa y presa, contemplamos el reflejo de los puentes de los años 50, donde alguien intentó reconstruir un pasado arquitectónico que ahora sólo nos habla de imperios perdidos para siempre.

C2

1 comentario:

Unknown dijo...

Si normalmente elegimos lo que queremos mirar