martes, 15 de abril de 2014

Basta girar una calle en el centro de la ciudad y vemos lo devastado. Sic en nuestros rincones tan próximos.

La casa que no se terminó, y que ha dejado a contraluz el hormigón desnudo y sus hierros interiores, torcidos. Todo aquello que iban a ocultar las paredes pintadas, los cuadros familiares y el barniz de la vida humana.

C2

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