martes, 7 de marzo de 2017

Narcisos y la imagen de Volubilis, ardiendo como cera de piel en el desierto del verano

En el balcón mantengo los narcisos, mientras al atardecer enciendo los velones, esos que me gusta que se llenen de cera líquida, para luego volcarlos a la vez sobre la piel entregada. En la pared, una pequeña foto polaroid de las ruinas de Volubilis. Y pienso ahora que, cuando hacía  mucho calor, aquellas fotos que se  tomaban con polaroid parecen ahora imágenes que se disuelven, como suele pasar con los cuerpos cuando ya no los tenemos entre las manos y arden bajo el sol de nuestra imaginación, como cera roja que marca nuestro deseo, hasta que surgen de nuevo en la estación de los encuentros.

C2

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