domingo, 28 de noviembre de 2010

Cuando la afirmación es condicional, o el otro siempre se nos va entre los dedos

La maldición humana que no la condición. Aunque lo condicional sí sea la condición humana, con o sin Malraux. Cuerpos en el horizonte, sin nexos de unión más que la proximidad o encadenados como en aquella memorable escena de la película de Bergman, donde siempre jugamos al ajedrez con la Muerte. Si bajamos los ojos, veremos negras nuestras piezas.


¿Cuántas veces miramos a nuestro lado y vemos la persona perfecta? Indudablemente perfecta en otra de nuestras vidas. Imposible en la presente. En su posesión, la piel se escapa entre nuestros dedos, como aquella arena en la playa de nuestros años niños.

Inútil poseer. Inútil desear. Sin embargo en aquella posesión y en este deseo la vida deja de ser, por un momento, condicional, y surge ante nuestros ojos como la más perfecta afirmación. Y es que quizá dejamos de vivir cuando renunciamos a nuestra mirada condicional. Y entramos en el presente del adiós.



C2

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