miércoles, 4 de septiembre de 2013

Más allá de los pequeños laberintos vemos asomar aquellos edificios que alguna vez pensamos templos, y así la belleza de lo imaginado persevera en el presente de los últimos años.

Encontrar la paz, dejar que las aristas que hacen sangre de los recuerdos sean perdonadas, comprender que la luz fugaz se debe de apagar con una mirada de comprensión y aceptación en nuestros ojos. Y así es el mensaje de los jardines, donde los caminos de Borges y Proust se encuentran.

C2

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