lunes, 24 de agosto de 2015

La mano en la pared y el peluche que retorna a mostrar el camino del deseo.

La piel caliente toma color, arde, y el añil de los días nos hace, como caballos salvajes, adelantar la gloria del imperio, donde ella queda agotada tras los ritos. Y así, casi inmóvil, me muestra en sus gemidos la proximidad del orgasmos ordenado y salvador.

1 comentario:

Unknown dijo...

Mi sometimiento, mi dolor, mi vergüenza, mi cariño… mi cuerpo temblando como arpa vibrante, mis sonrisas y mis dulces lágrimas… pertenecían ya, por su valor, a un incunable en la biblioteca de mi vida. Pertenecían, sin lugar a dudas…. al amanecer de mi sumisión.
(Alborada by messalina2)