Era el rincón perfecto, la esquina donde Simon&Garfunkel abandonarían su Scarborough Fair entre los rubíes de la chimenea. Allí donde Micòl nunca estuvo, pero fue soñada en las tardes y en las noches. Ahora que vosotras ya no estáis, enciendo mi pipa y os digo, con las palabras del Poeta, que habéis sido como un Dios antiguo que atravesara las páginas de su Libro Sagrado. Sois las amazonas de mi Troya condenada. Y así, resucitáis cada primavera en las flores dulces de la glicina para ver mi cuerpo crucificado en el volcán de los recuerdos. Desde las ruinas de Tenochtitlan, me saludáis eternamente.
C2
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