sábado, 25 de agosto de 2012

Insectos en los sueños, o cómo cuanto más levantamos el palacio crecen, irremediablemente, sus sótanos oscuros

No hablamos, todavía, de G.S. ni siquiera del propio K., sino aquí el símbolo se caracteriza de destino, de inevitable metamorfosis helénica de los clásicos y de los malditos, unidos en un infierno final: el palacio de Luis II y, en el espejo, el hospital de Baudelaire. Pero, atención, no escribimos de los grandes, sino de nosotros y de nuestros espejismos: allí se mueven también los insectos, revoloteando, quizá.

C2

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