lunes, 19 de noviembre de 2012

La luz de noviembre ilumina las cosechas que vendrán, mientras despedimos, en la puerta de Alejandría, los sueños de hojas de los árboles que no fueron.

Según avanzan los años, ya no reconocemos los jardines que alguna vez plantamos. Ya no es abril, sino noviembre. Pero, aquí, sentados ante el crepúsculo, no abandonamos. Te digo adiós, pero te regalo el sueño de Lisboa para tus próximos caminos. Yo, también, me vuelvo a embarcar dejando la respuesta en el viento.

C2

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