Seguimos sus pasos mientras ella se aproxima a las columnas, la observamos en el gesto de apoyarse en ellas y también sabemos las fintas contínuas de quienes se alegraban de haberla atrapado. Pero, atención, nada es lo que parece: y los guerreros enemigos, de repente, comprenden la virtud de la fe, al escuchar el crujido de los muros del templo dedicado a los falsos dioses.
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