viernes, 1 de febrero de 2013

Cuando el cielo está oscuro se ven mejor los objetos... (Número 21 de "El Álbum de Alice").

Morgan escribe a Alice.

Cuando el cielo está oscuro se ven mejor los objetos
que observamos desde nuestra habitación.
Y es que ahora, en este momento, veo una gran grúa de larguísimo brazo,
y cuya lógica de mantenerse, así, contra el cielo,
una masa de azul sucio, no es fácilmente comprensible.
 
Parece que basta un contrapeso, unos bloques de hormigón,
para  conseguir ese equilibrio que nos asombra.
Antes, una conversación sobre la fidelidad me ha hecho pensar
en las carreras de coches donde el conductor
jamás cambia de carril, sus ojos fijos en la meta.
También esa línea permanente, como la torre de la grúa,
nos habla de algo a la vez irreal pero sumamente eficaz.
 
A veces quisiéramos ser ese alférez de navío de su Majestad la Reina,
que siempre mira la única bandera de la Royal Navy,
que no siente dudas en su corazón
y que permanecerá con el pulso firme incluso en medio de la batalla.
Tan encomiable en las películas donde muere
para que el héroe siempre se lleve el premio final.
 
Pero, algo sucede en nuestro sueño de perfección.
No moriremos en los brazos de nuestra princesa.
La isla de Tortuga llega hasta nuestro espejo y
en sus bordes se anuncian las banderas negras.
El cielo está oscuro y sucio
mientras la grúa blanca
nos habla de los milagros de la fé.

Aunque Morgan conoce su destino
y se prepara, lentamente,
como quien nunca retrocede,
como quien se sabe condenado en las puertas de Alejandría,
a su jaula de metal en los puentes del Támesis.
 
C2
 
 
 

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