domingo, 12 de diciembre de 2010

De los monólogos de las princesas narrando su viaje imaginario por el laberinto del deseo

¿Es el espejo un laberinto? ¿La imagen que vemos es la de la puerta donde estamos dentro, como escribió Borges? Estos días conversaciones con amigas: ellas no buscan la salida del laberinto, sino más bien cómo poder perderse dentro, llegar hasta el centro, hasta el Monstruo. Me hablan de lo que ven en su espejo, allí adulan a los monstruos, los seducen, los transforman en títeres. Pero, atención,
ellas son las sacerdotisas de un rito que desconocen. Ejercen en un laberinto que reyes poderosos construyeron con intenciones ocultas. ¿Son el hilo, son el monstruo, son el laberinto? Aquí, en el Jardín del Laberinto las vemos asomarse a los espejos acuáticos de sus cuerpos. Donde otros se pierden para perderlas, pero ellas, perdidas para siempre, queman todos los días la cera de su piel soñando laberintos y espejos que nunca conocerán.

C2

2 comentarios:

N dijo...

El final del texto es fantástico. Me gusta este "y II". Un saludo.

CONSUL2 dijo...

Me gusta que te guste, querida N...

C2