miércoles, 15 de diciembre de 2010

Nada de lo que he hecho ha sido sino para vencer al tiempo


Viajé, amé, leí, construí teorías y sueños, acaricié piel, tuve deseo, pero fue como un tren viajando entre la nieve. Hoy sé de esa montaña de imán que hundía los barcos de Simbad; del canto de las sirenas donde también pereció, agradecido por huir de su destino literario, Ulises. Intenté parar la marea que destruye, inexorablemente, los castillos de arena, incluso fortalecidos con piedras, de mi infancia. Con libros y cuerpos tampoco he conseguido vencer a los chacales que anunció el Gatopardo. Aprendí del poeta loco su “In Jüngern Tagen…”, pero nunca he visto su jubiloso término. En el puente de Praga entendí la falta de esperanza; en el cantor de espejos y tigres comprendí la ceguera de Homero y de Borges como una trampa más.

Nada de lo que he amado pudo detener el tiempo, sino en todo caso mostrar su apocalipsis. Ellas me dejaron hermosos recuerdos, pero más aún ciñeron el saco de hojas muertas a la espalda. Y leo en el poeta de Missouri: “Resuenan pisadas en la memoria/ por el sendero que no recorrimos/ hacia la puerta que no abrimos nunca/ en el jardín de rosas”.

Ahora, “cabalgamos, lanza en ristre y melena al viento”, (Cervantes, Virginia Woolf, Kafka, Kavafis), y lo hacemos en ese viaje que avanzaba una vez contra la lluvia y el viento, también en la esquela de mi padre y, ahora, entre la nieve, para al fin escribir, invicto, en la noche y en la soledad, contra el Tiempo.


C2

1 comentario:

Unknown dijo...

Lo leo con un dejo de melancolía....como si la vida llegara a su ocaso y solo quedara mirar atras.

Ud tiene tanto aun que amar y vivir, y soñar y reir...

Besos de su kajira que lo adora...