Elegimos el decorado para mostrar la piel de las Alicias, y ellas, soñadoras, sostienen el paraíso de sus sueños con sus manos abiertas y deseosas, como alas de Dédalo, donde la cera y el dolor son las escalas de Jacob que no les precipitan al mar color de vino, sino que, al fin, les salvan para siempre del Minotauro de su corazón. Esa es la fábula que se cuentan.
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