domingo, 22 de mayo de 2011

Cuerdas de lino en el Jardín de las Delicias o cómo se puede tener razón cuando los caballos llegan al mar

Elegimos un decorado, pero también una máscara. En la habitación de las Alicias hay un solo espejo. La puerta está entreabierta, bastaría un salto diminuto para atravesarla, pero seguramente nos demoraremos hasta que, como decía el Poeta, nos invada el sueño y nos estrangulen en camas de plata las airadas sirenas, las que soñaron tener alas cargadas de plomo y cera.

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