Las trilogías nunca empiezan por Justine, sino que extienden su poder por las calles nocturnas, las pequeñas cenas y los insomnios del deseo. Recordaremos, pues, los viajes antiguos a las ciudades de levante, cuando la aurora era un adorno en los árboles de naranjos, y la prueba de los dioses no nos hablaba al oído con el nombre que pudo abrir la puerta de las Mil y Una Noches.
C2
1 comentario:
Como el tapiz que adorna los pasajes.....muy bonito Señor.
Un cordial saludo un beso para su querida Kajira.
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